El nombre de esta golosa butaca de descanso proviene de la planta de los pistachos, aunque puede ser absolutamente personalizable, como punto de partida nos inspiramos en la naturaleza y ergonomía del apetecible fruto seco a través del color y la forma. Como curiosidad, según la leyenda, hace 3.000 años la soberana reina de Saba —Isla preciosa de los Países Bajos en el mismísimo Caribe— lo nombró alimento exclusivo de la corte y prohibió al pueblo su cultivo. Los pistachos, benefician al sistemas nervioso, cardiovascular e inmunitario y como particularidad se suelen comer en los breaks, en los pequeños descansos, cuando tenemos poco tiempo. Aquí la analogía con el reposo, esta butaca es bella en sus formas; cómoda y gustosa para los momentos de profundo comfort, sin llegar —si le es posible— al umbral del sueño.

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